jueves, 5 de abril de 2012

OTRA FORMA DE OBTENER ARTICULOS DE JUAN JOSE GONZALEZ

Si no saliera correctamente la forma citada para obtener artículos de JUAN JOSE GONZALEZ buscarlos así :FORMA DE BUSCAR ARTICULOS SOBRE JAZZ, FLAMENCO, MUSICA CLASICA Y FOLKLORE, DE JUAN JOSE GONZALEZ : 1.-En un buscador, pon: https://www.coit.es 2.-en la página que sale, pincha en el logotipo de BIT (está,bajando bastante, en la columna de la izquierda,al lado de BUCLE)

3.- en la página que sale, pincha en ENTRA EN EL ARCHIVO. 4.- En el campo de la página que sale , escribe : JUAN JOSE GONZALEZ (sin centos).Y salen 37 artículos mios, de los 60 que escribí hasta 2004, pincha en el que te interese) Afectuoso saludo . Juan José González

El formidable periodista JUAN HERRERA escribe sobre Juan José González

No tengo costumbre de hablar de mi pero por una vez aquí va un artículo sobre mi persona que me envía el formidable periodista JUAN HERRERA, aficionado al jazz y al flamenco , y que me ha emocionado sobremanera
JUAN JOSE GONZALEZ
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De: JUAN HERRERA
Asunto: ¡Un adelanto!

Fecha: martes, 9 de agosto, 2011 15:16
¡Hola Juanjo!. como imagino que tras mi adelanto estás ardiendo en brazos de la curiosidad y hoy hace mucho calor, para refrescarte un poquito, aunque estoy en Jerez, he conseguido hacer un milagro y recuperar el borrador del artículo que escribí hace un año y que sin mas retardo te remito. Cuando esté en Madrid, me pondré en contacto contigo para hacerte entrega el original en papel, donde además de este texto bien maquetado, se incluyen algunas fotos. Un abrazo y ojalá te guste. Juan

Solo se me ocurre una razón por la alguien como yo, tan poco dado a que le cacheen y le traten como a un neceser en los aeropuertos, haga un viaje hasta Rotterdam y en pleno verano: asistir al North See Jazz Festival. Y tengo que decir que una vez más, las molestias han merecido la pena. Durante los fantásticos días de la edición de este año, estimulados por el ambiente y las impetuosas actuaciones de algunos de los mejores músicos del mundo, tuvimos la ocasión de pasar muy buenos ratos charlando y compartiendo emociones con un grupo de aficionados españoles y en especial con Miguel Ángel Sutil. Siempre es una gozada, compartir sensaciones y experiencias con buenos aficionados a la música y más si son españoles. Ya se sabe que en España, los auténticos aficionados a la música son tan escasos y exóticos como los camaleones.
Por estas tierras, con algunas honrosas excepciones, la relación de la música con las personas es una relación extraña. De entrada, hay que tener en cuenta que del total de las personas a las que aún les funcionan correctamente los oídos, solo aproximadamente la mitad, son capaces de afinar y seguir un ritmo con las manos. De hecho, interrogados al respecto, la mayoría reconocerá sin sonrojo que carece completamente de oído musical. Sin embargo, si a esas mismas personas les preguntas, si les gusta la música, las posibilidades de que alguno de ellos te diga que “no”, son las mismas que si les preguntas que si saben respirar. Otra cosa distinta es, si ahondamos en el asunto y les preguntamos: ¿a qué le llamáis vosotros música?.
Ahí, independientemente del nivel cultural del interrogado, las respuestas pueden darte muchas sorpresas y hasta puede que algún disgusto. Porque no nos engañemos, todos en general tenemos mucho cuidado con lo que nos vamos a meter por el agujero de la boca; pero por lo que nos entra por los agujeros de las orejas….¡ancha es Castilla!. No deja de ser curioso que le prestemos más atención a lo que tarde o temprano va a terminar saliendo por el culo que a lo que puede que se quede dentro de nuestro cerebro para siempre.
¿Quién no se ha sorprendido en la ducha alguna vez cantando sin venir a cuento: ¡Aaaahhh Macarena!?
Y es que por mucho que nos duela, para la mayoría de las personas, la música no pasa de ser un ruido curioso que involuntariamente o no, les entra por los oídos y que si es gratis, pues muchísimo mejor. Porque esa es otra, la inmensa mayoría de los españoles nos relacionamos con la música solo a través de dos órganos: el oído y la cartera. Algunos lo hacen además a través del cuerpo, son los bailarines y los bailones y solo unos pocos “bichos raros” lo hacen con todo su cuerpo, su inteligencia y su corazón.
A estos últimos pertenece sin lugar a dudas “Pepito el Jazzman”, un superhéroe de la música nacido en Zamora en la década de los cuarenta, muy conocido en los ambientes jazzísticos de Madrid, en los últimos cuarenta años y que en su personalidad convencional responde al nombre de Juan José González; ingeniero de telecomunicación y empleado de Telégrafos hasta su jubilación .
La primera vez que le vi fue en un concierto de Lou Bennett a comienzos de los años 70. Yo tenía entonces apenas dieciocho años y estaba recién aterrizado en Madrid procedente de un inhóspito territorio de la estepa castellana, donde nací y pasé mi infancia. En esos años, Lou Bennett era para mí como un ser de otra galaxia. A su exótica condición de negro y de “jazzman”, unía dos características que me fascinaban: tenía perilla y era la personificación del “hombre de goma”. Lo de la perilla tiene su explicación. En esa época llena de telarañas, el llevar perilla por España era un acto tan insólito y desvergonzado como preguntarle por el color de su ropa interior a una monja. Nadie, absolutamente nadie que yo conociera hasta entonces, había soñado siquiera con la posibilidad de dejarse pelos en la punta de la barbilla. Las perillas que yo conocía estaban solo en los libros: una la llevaba Espronceda y la otra Dardañan, el de “Los trés mosqueteros”.

*Lou Bennett/ Louis Benoit, nacido en Filadelfia el 18 de Mayo de 1926, fue un virtuoso del órgano Hammond que desarrollo su carrera entre Francia y España con influencias en su música del gran Jimmy Smith.

La otra cualidad de Lou Bennett que a mí me tenía hipnotizado era la asombrosa elasticidad de sus piernas. De las dos. La mayoría de los músicos de jazz, mueven la puntera de uno de sus pies, llevando el “swing” mientras tocan.
Lou Bennett era capaz de tocar magistralmente el bajo con las punteras y los tacones de sus dos pies, sobre un teclado en forma de empalizada situado bajo su Hammond y al mismo tiempo, acariciar el alma de su instrumento con las yemas de sus dedos.
Andaba yo ensimismado observado las evoluciones de las cuatro extremidades de ese asombroso músico, cuando de un rincón de la sala y de un salto portentoso, se hizo presente en el centro del escenario un fornido mocetón con el aspecto inconfundible de un opositor a notarias. Era Juan José González, pero solo temporalmente. Pronto los afortunados presentes íbamos a asistir atónitos a su transformación en Pepito “el jazzman”.


Al advertir su presencia, Lou Bennett dio un respingo, pero tras observarle un instante por debajo del ala de su sombrerito, siguió tocando sin inmutarse, con ese aplomo que solo proporciona el haber tocado años en algunos antros, donde nadie habla nunca de Walt Disney.
Con movimientos compulsivos, Pepito comenzó a realizar un “scat-singing” lleno de fuerza y de “swing”. El público, pasados los primeros instantes de desconcierto, comenzó a llevar el ritmo tímidamente con las palmas. Aquello poco a poco se fue cargando de electricidad y Lou Bennett que había tolerado la presencia a su lado de Pepito, con la displicencia con la que un búfalo acepta el picoteo de un “picabueyes”, comenzó a tocar en serio. Pepito embalado se adueñó del escenario y tomando las riendas del concierto solicitó de Lou el “ When the Saint go marching in”, del que tan formidable versión hacía Louis Armstrong.
Y ahí ardió Troya, mejor dicho, tratándose de “swing”: ¡ahí ardió New Orleans!. Lou, seguramente poseído por las brujas del Misisipi hizo bramar su Hammond mientras retorcía sus tobillos adoptando posturas inverosímiles, haciendo el bajo. Pepito, poniendo los ojos en blanco se llevó el canto de su mano derecha a la laringe y comenzó a golpear la glotis rítmicamente, obteniendo se su garganta unos sonidos asombrosos sin dejar por ello de bailar como un poseso.
El impacto emocional en los presentes fue tan grande y la alegría que sentimos tan indescriptible que a pesar del paso del tiempo aún no se ha borrado de nuestros corazones.
A partir de ese día, como no podía ser de otra manera, me propuse hacer lo imposible por contactar con ese autentico “titán del swing” que acababa de cruzarse en mi camino. Alguien me dijo que se llamaba “Pepito, el jazzman” y que paraba de vez en cuando por el Colegio Mayor San Juan Evangelista, el colegio más activo musicalmente hablando de de la historia de la Universidad Complutense.

A pesar de esa preciosa información, localizar a “Pepito el jazzman” no fue nada sencillo. De entrada yo no sabía cuál era su nombre real y llegar a la recepción del colegio preguntando para preguntar por “Pepito el jazzman” a un viejo conserje, se me hacía un mundo.
Pero como a grandes males, grandes remedios, decidí utilizar la técnica de la caza al “rececho” o lo que es lo mismo: pasarme horas y horas en el bar del colegio o en los jardines de entrada a diferentes horas del día, hasta que por fin le localicé. Y la espera mereció la pena.
De buenas a primera, sin demasiados preámbulos, Pepito empezó a hablar conmigo como si nos conociéramos de toda la vida. De hecho, a las primeras de cambio me dijo solemnemente que el más grande músico de jazz de la historia había sido Louis Armstrong y sin darme tiempo a reaccionar, me preguntó que si yo conocía a “El Borrico de Jerez”.
En ese momento, me quedé sin palabras y de hecho estuve a punto de meter la pata diciéndole que no conocía al “Borrico de Jerez”, pero que a cambio conocía mucho al “Borreguito de Nórit”. Menos mal que no me dio tiempo a abrir la boca. Pepito, como si de pronto le hubieran puesto pilas alcalinas, comenzó a darme una clase magistral en medio de la calle, relacionando el blues primitivo del delta del Misisipi, con la bulería del Barrio de Santiago de Jerez. En su discurso, Pepito saltaba con soltura de Big Bill Broonzy a Terremoto de Jerez y de y John Lee Hooker a tía Anica, “la Piriñaca” como si todos fueran gentes de su familia. Recuerdo perfectamente como terminó su parlamento. Tras su catarata apasionada de palabras, hizo una pausa y mirándome a los ojos fijamente me dijo : “desengáñate, por mucho que lo intentes nunca comprenderás a un negro del Misisipi. No pierdas el tiempo. Pero si quieres entenderle, vete a Jerez y habla con Tío Borrico”.
A partir de ese día, rara era la semana donde yo no encontraba un ratito para acercarme al San Juan para charlar con Juan José. En esos inolvidables días fui testigo de algunas de sus más recordadas hazañas.
Yo le vi cantar ante un público enfervorecido con Archie Shepp, con Dexter Gordon, con George Adams o el grupo de profesores entre los que se encontraba el bajista Ron McClure.
Con todos ellos trabó amistad Pepito, al igual que con muchos otros como por ejemplo Johny Griffin, Art Blakey y hasta con el gran Dizzy Gillespie, una de cuyas últimas actuaciones tuvo lugar precisamente en el San Juan Evangelista. A todos ellos entregó cintas de flamenco puro. Grabaciones originales de “La Niña de los peines”, “Agujetas”, “El tío Borrico” y otros genios del arte flamenco que sin ellos saberlo, cruzaron el atlántico en los bolsillos de esos grandes músicos. Tete Montoliú era como de su familia y Pedro Iturralde y Bladimiro Bas una continua referencia.
Viéndole de cerca, Juan José González o Pepito “el jazzman” era el ser más aficionado a la música que yo hubiera imaginado jamás. Para Juan José, la música no era solo la banda sonora de su vida. Para Juan José y no digamos para Pepito “el jazzman”, la música era la vida misma. Hablando con él, escuchando la pasión que ponía en cada anécdota, en cada dato, era fácil entender la profunda sabiduría que atesora la frase de Nietzsche, según la cual “la vida sin música hubiera sido simplemente un error”. Juan José González no se relaciona con la música desde fuera, como todo el mundo. Para Juan José la música se respira y se vive por dentro y por fuera como el aire.
Para Juan José, la música es un todo que abarca desde la música atonal de Luis de Pablo y Cristóbal Halfter con los que ha tenido contacto desde hace treinta años a las canciones infantiles de las niñas de las “3000 viviendas”, la barriada gitana de Sevilla. Pero aunque la música sea un todo, Pepito tiene solo dos manos y puestos a elegir, en una lleva el “swing” del Misisipi y en la otra el “compás” del Guadalquivir. Esta doble pasión produjo en mí algunas confusiones.


Cierto día Pepito me anunció que estaba organizando un homenaje a “El Negro del Puerto ”. Hablaba con tanto entusiasmo de ese hombre, que a mí me dio vergüenza preguntarle más datos, por no hacer más evidente mi ignorancia. O sea, que sin ningún fundamento, yo deduje que “el Negro del Puerto” debía ser algún soldado americano, probablemente un “bluesman”, que estaría casualmente destinado en las bases de Rota o de Morón y así se lo conté a varios amigos para que se animaran a acompañarme. Como era de prever, no di ni una en el clavo. “El Negro del Puerto” resultó ser un viejo gitano, depositario de un antiquísimo cante por romances que sobrevivía en la indigencia, tras pasarse media vida como aguador en las playas, auxiliado por una borriquilla cargada de cantaros.
Fue una noche inolvidable. Ver y oír cantar tan de cerca a ese hombrecillo cetrino, literalmente salido de la prehistoria y que a pesar de su aspecto humilde, atesoraba en su garganta el valioso tesoro de una voz aguda y doliente me produjo una viva impresión. Por si esto fuera poco, entre las bambalinas del teatro Apolo, en la Plaza de Tirso de Molina de Madrid, revoloteaba nervioso como el rabo de una lagartija el genial Fernando Quiñones, presentador del homenaje, acompañado en sus disparates, por el no menos genial “Beni de Cádiz”, un gran cantaor y probablemente el tipo más gracioso que yo he visto en mi vida .
Y es que esa es una de las características de Pepito, provocar constantemente instantes intensos e inolvidables. Para Juan José la relación con los músicos; sus sinceras muestras de admiración están siempre ligadas a la conversación estimulante y a la sugerencia de ideas. De ahí sus constantes estímulos mantenidos durante años, para tratar de establecer un dialogo entre los músicos de jazz americanos con los músicos flamencos. Pepito es sin duda uno de los padres secretos de la “fusión” entre jazz y flamenco, como bien sabía el desaparecido Jose Antonio Galicia.
De todas las películas en torno al jazz que recuerdo, mi favorita es sin duda 'Round Midnight” de 1986, la película de Betrand Tavernier donde un crepuscular Dexter Gordon encarnaba al genial Charly Parker, durante una hipotética estancia del genio del saxo en Paris. En esa película, dotada de una majestuosa banda sonora, el protagonista -Dexter Gordon- tiene una relación curiosa con la única persona que en esa enorme ciudad y tal vez en el mundo, es capaz de entender la lucha feroz que ese inmenso músico estaba llevando a cabo contra sí mismo y contra los límites de la música de su tiempo, en esos días. En efecto; el “bebop”, ese endiablado estilo que sucedió al “swing” en la historia del jazz, estaba naciendo en el interior de un pequeño local parisino, ante la indiferencia del público asistente. Tavernier, gran aficionado al jazz, sitúa a la única persona capaz de entenderse espiritualmente con ese músico, fuera en la calle, sin dinero y asistiendo incrédulo y entusiasmado, noche tras noche, al nacimiento de esa nueva revolución del jazz, a través de una ventana.
Esa película me hizo reflexionar sobre el triste destino de aquellos artistas que no encuentran en la época que les ha tocado vivir, un interlocutor válido. Y naturalmente, de la importancia no reconocida de esos interlocutores validos, muchas veces desconocidos, sin los cuales los artistas vivirían aturullados como los pajarillos que no encuentran un alambre en el que posarse.
Como se deduce de lo expuesto, Juan José González, zamorano de nacimiento y universal por convicción, es además de una antorcha incandescente, capaz de incendiar con su ejemplo el corazón despistado de cualquier aficionado, uno de esos escasos interlocutores validos, sin los cuales, el duro trabajo del artista sería tan estéril como el polvo en la luna.
Y hasta aquí mi pequeño homenaje de gratitud, a este hombre bueno, lleno de talento y de amor por la música. ¡Ojalá podamos seguir disfrutando de él mil años por lo menos, y a ser posible en el próximo North See Jazz Festival de Rotterdam!.
UN ABRAZO
NOTA DE JUANJO GONZALEZ : Realmente a quien considero artista más importante de la historia del jazz fue DUKE ELLINGTON sin menospreciar al impresionante ARMSTRONG que fue otro genio
Un fuerte abrazo para JUAN HERRERA y un afectuoso saludo para quien haya leido esto.
JUAN JOSE GONZALEZ

Datos sobre JUAN JOSE GONZALEZ , publicados en www.apoloybaco.com

Datos sobre JUAN JOSE GONZALEZ, publicados en el sitio web de Sevilla(sitio especializado en jazz, literatura, gastronomia y vinos) apoloybaco.com. Salen directamente en el enlace :

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